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Mostrando entradas de julio, 2014

Rasuración masculina: el “bigotito”

Hablando de pelos... Ayer me vi metido en una reunión social en el que no conocía prácticamente a nadie . No es que me arrugue ante estas situaciones pero siempre estás un poco tenso. El caso es que tras pedirnos unos mojitos de sandía y fresa una de las chicas, de unos 40, empezó a hablar de un amante que había tenido. Era una cachonda mental de las buenas y entre risas nos contó que cuando fue “ahí abajo” se encontró con un “bigotito” encima del noble miembro . Las coñas fueron generales y yo me reí como el que más pero en el fondo estaba pensando, ¿no me habrá pasado lo mismo a mí?, ¿alguien habrá hecho coña con “mi bigotito”? ¡No te dejes "el bigotito"! La rasuración púbica los últimos años ha pasado de un extremo a otro. De tener una auténtica selva ahí abajo hemos pasado a no tener nada de nada , lo cual tiene ciertos inconvenientes. Personalmente me cabrea haber pasado la adolescencia fantaseando con “tocar pelo” y cuando al fin he llegado resulta ¡que n

Un año sin TV

Elegí estar un año sin TV. Julio de 2013. El caso Bárcenas llevaba semanas generando titulares. El tesorero del partido del gobierno en mi país declaraba a los 4 vientos que había gestionado sobornos de grandes empresas y que toda la cúpula, incluido el presidente del gobierno, habían sido “untados”. Yo ya estaba harto de todo. Tras varios años de crisis me había dado cuenta que el pesimismo generalizado y sobretodo en mí mismo entraba en gran medida desde la pantalla de mi salón. Así que quité la antena. C’est fini . ¿Se puede vivir sin tele? Creo que fue en el libro “La semana laboral de 4 horas”  donde leí por primera vez sobre la Economía de la información . En resumidas cuentas la idea es que si cuidas tu forma física, si cuidas tu alimentación, si te cuidas de apartarte de la gente tóxica a tu alrededor, ¿por qué no cuidas la información que ingieres? Todos estos factores influyen en tu equilibrio anímico y posibilitan directamente lo que todos buscamos, la felicidad

Putas, maricas y camellos

El viejo cuenta cuentos de mi infancia ahora tenía dos tetas y un negocio entre las piernas La primera vez que me dijeron que existían hombres  a los  que no les gustaban las mujeres, sino otros hombres , tenía unos 10 años. En aquella época no se les llamaban gays, eran maricas. Mi tía nos contó cómo su ex marido se había casado con ella para ocultarlo. No le recuerdo especial odio por ello o por lo menos no me lo transmitió a mí, algo que sí he notado muchos años después en otros miembros de mi familia aunque el tema haya salido de forma tangencial. Los gays estaban mal vistos , eran un mundo oscuro. Cuando tenía 17 años me di cuenta  de que en toda mi generación del instituto no había nadie que hubiera salido del armario . Raro, raro. Era como el mundo del fútbol hoy en día: 0 gays. Hace unas pocas semanas estuve hablando en un intercambio lingüístico con 2 chicas de 16-17 años y les saqué el tema. Hoy día los gays de su curso están completamente fuera del armario y me dij

Ellos, los Hombres solteros (II)

Continuo mi serie de artículos sobre ese ser del que algo le cuelga: el hombre heterosexual soltero y de mentalidad corriente también llamado single.

El Hombre ante la Tentación

 Habíamos quedado a las 7 pero lo retrasó a las 7.30. Ya llevaba en la puerta de RENFE unos 10 minutos de más cuando la veo aparecer sonriente, 23 años, bolsa de deporte rosa en mano y amplia sonrisa. Está risueña y contenta. Dos semanas antes le había dicho por whatsapp que no iba a volver a quedar con ella. Que no quería saber nada. Así que estaba satisfecha. Había conseguido reblandecerme y me había invitado a su nueva casa , en la que un puf que ya no me cabía por ningún sitio le servía de acomodo a sus siestas. De camino a su casa me preguntaba, como cualquiera adivinaría, si esa tarde habría “tema”. Con ella podías esperar cualquier cosa. Así que me lleva a un edificio singular de mi ciudad, alto, casi un rascacielos y me pregunto si podremos echar un buen polvo con buenas vistas. Al llegar a la puerta, jarro de agua fría: “Espero que esté mi hermana” (¿pero no me habías dicho que vivías sola?). La puerta se abre y aparece una versión de mi amiga más alta, en shorts, delgada